miércoles, 29 de julio de 2009

Salió con su bicicleta hacia la izquierda, bordeando el río hasta la desembocadura. Antes de salir a la ruta, freno en la estación de servicio para comprar galletas y un encendedor.
Benjamín repetía este ritual mágico cada vez que podía. Hacia cinco meses que no disfrutaba de la estabilidad de su hogar. Su bicicleta. Cinco meses fuera de casa. Compartiendo desayunos, almuerzos y mas de una cena con personas. Su único cable a tierra en ese tiempo fueron las plantas.
Amaba su trabajo. No era ese el foco de su tensión. La creación del personaje social era lo que lo extasiaba. Era como tener que hablar en otro idioma todo el día.
Por fin estaba solo. Con sus pensamientos cambiando como el viento.
Las piedras de la playa irradiaban calor. Dejo la bicicleta apoyada, se saco la remera y la enrosco en su cabeza para protegerse del sol. Monto el riel a la caña, coloco la carnada y arrojo la tanza como si quisiese enganchar la linea del horizonte en el anzuelo. Reviso en su bolso si estaban las cartas. Preparo el mate, agarro una rama seca y con el cuchillo comenzó a darle forma.

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