miércoles, 18 de noviembre de 2009

Esa había sido la primer carta. Cómo habían cambiado las cosas desde entonces. Carla. Una historia de verano. Eso era lo que había pensado Benjamín hasta aquél día, -o casi no había pensado-, porque era más lo que no era pensado que lo que sí.
A partir de entonces, y sin poder encontrar una explicación que convenza por más de cinco minutos casi todo era Carla. El mar era Carla, el río era Carla, esta tarde lejos de todo y por sobre todo lejos de Filomena era Carla. Hasta que pensara en Filomena era producto de la culpa que le generaba tanta Carla.
Abrió otra carta, con un entusiasmo casi desesperado -sin embargo el agua seguía corriendo a su lado-:
" Tus palabras son (y se que no debería llamarlas palabras pero no encontré sustantivo que la reemplace) hermosas.
Te he visto detrás de cada una de ellas. He visto tu mundo. Te he tocado.
Quiero hablar con vos de todo, con ese cuidado que no es miedo.Quiero hacer el amor con todo, con ese cuidado que tampoco es miedo. Benjamín. - ¿ Ese era tu nombre no?




Carla Moreno "

Otra vez la locura. otra vez el mundo era la poética de Carla, tan sutil, tan hermosa suspicacia digna de un film de Antonioni. -Y no entiendo por que el agua no se detiene!-.
Se empieza a mover la mano de Benjamín. Con ritmo y fuerza. Lo blanco se empieza a manchar.


Carla, o como te llames -sería bueno te llamases distinto ya que demasiadas cosas a mi alrededor tienen tu nombre-, quiero tomar tu mano y saltar desde lo alto de estas palabras hacia el intersticio -pienso q la t es un buen trampolín- y besarte. Si besarte con todo el cuerpo, sobre todo con la panza. ¿ Sabes que te daría el beso mas lindo de tu vida? Si Carla. Pero así y todo no sería suficiente para detener al agua. Cae y cae -y corre- como la arena dentro del arcaico reloj.
¿ Entendés Carla? Yo no. No puedo. No quiero.

Benjamín. (desgraciadamente)