martes, 28 de julio de 2009

El pensamiento cambia como el viento. Puede ser el aleteo de una mariposa o el humo que las manos meten en la boca.
-Puede ser también el beso al aire de una nena en algún parque. Se dijo Benjamín a si mismo pero ya en voz alta.
-Bueno al aire es una forma de decir. Un pensamiento típico de gente grande, diría el principito. Las nenas nunca dan besos a la nada, siempre van dirigidos a alguien. Prosiguió, otra vez para adentro.
Hasta caminar es una suerte de azar si se piensa que nunca se sabe que paso cambia el rumbo. El azar, el azar...Es probable que todo se haya hechado a rodar y nadie sepa como termine. Lo cual es trágico y esperanzador a la vez. Una tirada de dados.., los Dioses lúdicos, Einstein, Mallarmé pensaba Benjamín como si jalara de una cuerda sacando ideas del agua.
Las ideas peces, también están relacionadas con el azar, con ese mundo que puede desaparecer y volver a darse distinto.
Este tipo de pensamiento volvió a la cabeza de Benjamín, sólo después de cinco meses, un Martes al mediodía caminando por Zelarrayan. Llegó a su casa, reviso los bolsillos, las llaves siempre estaban en el último -lástima que último es de esa categoría de cosas irremediables que nunca se saben-. Entró como todos los días. Preparó el equipo de pesca, un termo de agua caliente, un cuchillo -el cual no se incluía en el equipo de pesca-, regó las plantas, arrepintiéndose de no hacerlo mas tranquilo, desde hacía tiempo había encontrado en las plantas y en su riego una forma de meditación, y se fue a pescar.
-Bueno pescar es una forma de decir. Una forma derivada de las ideas peces. Se dijo para sí en voz alta.

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